Los Dientes Del Reloj
Este libro se finalizó al comienzo de una ruptura entre mi mano y la de ella.
A ella, inacabada durante nueve años, y a ella, la de ahora:
a Irene Sanz García todas mis páginas.
VISIONES
I
Una caja;
y en el centro, un ojo.
Desde el ojo,
las ramas dialogan con el viento;
los pájaros florecen en sus nidos;
y la fuente ríe perlas.
Tras el suero seco,
fragancia,
que acaricia la mano
que llora al cielo,
se desprende la lágrima
de fuego
y pestañea el canto.
Se tiñe el suero.
La fuente ríe fosas.
El fuego húmedo,
los huesos fríos,
las ramas sombras;
los ojos callan
y el alma llora.
II
Una caja;
y en el centro, un ojo.
Desde el ojo,
un cielo plaquetario
con una herida blanca
que separa las alas
de un cuervo
y espejea en las mejillas
de un arce.
El pájaro tirita la pluma,
la hojarasca suda,
la boca se abre;
como un abrigo
que se teje y no cesa,
como una luciérnaga muerta
se transforma se produce,
la media tierra es tuerta,
y se borran los colores
de las hojas
de la hierba
de mi parque.
Y entonces me hago blanco;
desafío nuevas formas,
el parque se deforma
y crío en mis versos
nuevas almas
nuevos trances.
CANTOS RODADOS
Creo en la incomprensibilidad de Dios
Honoré de Balzac
Dios
Qué podemos hacer?
Llevamos siglos de precipicio
Siglos que se cuentan como años
Años que se cuentan como días
Dios
Ayúdanos
Estamos hartos de girarnos
y no encontrarnos
De ver cómo la solución
se desliza como un jabón
Cuántos ligamentos rotos en las fronteras
Cuántas luxaciones entre provincias
Cuántos parpadeos de cayucos en el mar
sin un “ya basta”
Dios
Míranos
Mira la inercia triste de los indios
Despierta a Baudelaire
Qué muevan estos versos sus gusanos
Como se mueven en los estómagos calcinados de África
No hay luz en el olvido
La historia
no se alimenta del olvido
Es imposible ir hacia la ausencia
No
No queremos tu paciencia
Ni tampoco inteligencia
Búscanos en el mango de los cuchillos
Por aquí
Por allí
Que salten tus nervios
Que salten cerrojos tiernos en Filipinas
haz de sus vaginas
tu herida más hambrienta
Clava tus uñas en sus lágrimas
Queremos orgías bacanales
entre dráculas y pernales
Las razas se confundan
Seamos un cuadro de Pollock
Que nos salpique su pincel
Vomite un arco iris nuestra piel
Que el blanco surja del negro
Que el negro sea más negro
Y el más negro surja más blanco
Llama al fuego inflamatorio
que cavita en los tálamos
Siembra nuevos hipotálamos
carentes de estímulos
Que la tierra engendre pozos
por donde caigan las heridas
Rompe la sinapsis
El axón
Palo de ciego ingrávido
Llama a la lluvia
Su brillo tierno en los ojos
Limpia nuestros genes
Falló nuestra instalación
Seamos de goma
Sin formas
Sin imagen ni semejanza
Seamos agua
Una lágrima de llanto incoloro y blando
O una eterna sonrisa
Danos la solución
Estamos ciegos o poblados de ojos?
Existimos o desistimos?
O es nuestra existencia una resistencia?
Muévenos con la dictadura de los vientos
como el freno marino nos incendia
Dios
Sino te descubrimos en los espejos del llanto
Sino te descubrimos en la agonía del ser o no ser
Seguiremos sin saber nada más que la nada
Seguiremos sin saber nada
Mas que la nada
Ese movimiento blanco que se arremolina en los segundos
En el finito que es infinito
En el instante que se vuelve distancia y penumbra
Allí
En ese instante blanco
En ese tiempo ileso
Alejados de los árbitros del encéfalo
La razón es una casa sin ventanas
Y todos somos un ring de lágrimas en un matute
Fichas sin tablero
que se mueven sin moverse
Sin saber si estamos muertos
y vivimos en la muerte
Y hay luz en lo divino?
Dios
Muleta de luz y de pañuelos para algunos
Gravedad insolente para otros
Sal de la quietud
Nace
Mira el mundo
Demuestra que no eres un invento de la duda
Una palabra de acero
Demuestra que se te remueve el gesto
Que sabes lo que es
Que eres un llanto de un Picasso
con sus ángulos temibles
Que sabes lo que es
Que hay un sol enfermizo en tus ojos
Que sabes lo que es
Acércate
Míranos
Bajo tu indiferencia el mundo se define
Y el único camino posible
Es el tiempo
MEMORIA VEGETAL
Recuerdo
ver todas las razas
en el crepúsculo,
los pinos debajo del murmullo,
el insomnio en las sombras.
Aún siento los huesos fríos
apretados
contra el tiempo.
Pernocté entre piedras y jaras
y las trenzas del rocío,
hablaron en mi mano:
sentí
los siglos de refrescos,
su aséptica pureza en los pericarpios.
Me levanté sonoro de ideas:
vi
dónde debemos estar.
Fui dejando la inteligencia
por el camino
de regreso.
Ahora soy
un tumulto de carne,
una billetera rota,
no me acuerdo
de mi casa
ni mi ciudad.
Ahora soy más real.
He llenado de barro ancestral mis arterias.
Persigo la verdad de mi existencia.
Persigo
la tierra en mi vientre.
LOS ARTISTAS
Debajo de las faldas de la tierra
Debajo del tiempo
En la intimidad de los nervios
se palpa el ritmo
y se busca la rima
por convección en las salivas
por conducción en los tejidos
por radiación en el deseo
El ritmo se vuelve redondo
Sin puntos ni comas
Sofaldo de prendas
Sin final ni principio
Nace la fantasía
Los objetos se vuelven objetos
La ventana se ciega de alientos
Las paredes se vuelven peonzas
El coche mengua
La cama flota
El pincel se calla
La nota estalla
Y se crea un arte dos artes tres artes
Naturalezas nuevas
Serpientes con raíces
Anclas con brazos
Barcos con caderas
Y de los ojos salen ramas
adjetivando cada minuto cada siglo
Exiliando las normas
se arrodillan las formas
Un cuerpo dos cuerpos tres cuerpos
Se persiguen los latidos
Los labios se estampan
Los pechos se estampan
Los genitales se estampan
como caracoles como polillas
como polillas como encerradas
La geometría se dispara
con vista cansada en la boca
y de la boca nace un soplo
y del soplo nació el aliento
y del aliento un poema
y del poema un cuadro
y del cuadro una nota
y de la nota un tac tac
y del tac tac los sexos
y de los sexos la teta
y de la teta la boca
y de la boca un despertador
en espera
de la última endorfina que nos queda
Y entonces se produce
Como un párpado involuntario
Un violín vertiginoso
envolviendo el cuerpo en pentagramas
Un grito dos gritos tres gritos
Se persiguen los gritos
Las uñas
Los pies
Las cicatrices se levantan
Dos tuertos
que forman un cuerpo de ojos
Dos mancos
que forman un cuerpo de brazos
Vibrando como cuerdas
Ha llegado la rima nueva
y la nota insonora
Los cuerpos en la noche
sudan el soul de la historia.
NO ME INTERESABA JUAN GELMAN
Eran sus ojos?
Su silencio de libro inacabado?
Su piel de diario perdido, de árbol ya inexistente,
de fotografía sonora por la rigidez amarilla?
Fue su mirada de pasados presentes?
Disculpe Juan Gelman
pero la perseguía.
No sé que fue.
Tristeza. Tangos infinitos.
Inquietud de pasajero. Palabras.
Tragos de salivas negras.
Definitivamente eran sus ojos;
vi en ellos presión de sillas, presión
de pies inflamados,
nubes pesadas de ser lluvia,
sudores amargos de almohada.
Entró en mí su humedad;
recogí sus colores:
mil palomas de ocres.
Recogí su aceite viejo como una miel deshidratada.
Algo se fue con ella:
parte de mi voz: parte de mi azul.
Me presentó la vida
como el incendio que se apaga con las manos.
Así me quedé:
con la inmunología aplastada,
escondido en mis extremidades.
Extraño mundo los ojos.
Extraño mundo sensitivo.
(El corazón negro silba,
inevitable,
deshabitado a veces también.)
Esa mujer dio después la mano a Juan Gelman
y sentí besos de viento y menta por mi espalda
mientras recogía las conchas de la ternura
que iban dejando a cada paso
por la playa de sus cuerpos.
De imperfectos qué perfectos!
Qué huellas en la arena de sus manos podían ser más profundas?
Quiénes pueden mantener el hojaldre intacto
en medio de un disturbio de años?
Manos de vértice,
uve de brazos.
Uve de victoria,
de victoria callada
como un libro entre las ruinas de una guerra.
Y yo, como un idiopoeta,
sintiendo el qué a quién y por qué.
Yo, que divago por una alternancia de cubiertos y despejados.
Yo, que soy un temblor a cada instante.
Yo, que suelo dar la mano equivocada.
Yo, que tengo ojos.
Extraño mundo los ojos.
Extraño mundo sensitivo.
(El corazón negro silba,
inevitable,
deshabitado a veces también.)
Qué vida de moscas dando volteretas por el cristal.
Qué mundo separado de carnes
de tristezas y alegrías.
Cuántos ojos mirando
envejecidos como frutas
obligados a mirar
para no mirar nada.
Debería haberme hecho fotos con Juan Gelman.
LA HÚMEDA VENGANZA
Un mar negro.
Un espacio subterráneo.
Un mar ultrarotundo.
El último ágape para el humano.
En equilibrio de extinción.
Amenazado pero victorioso.
El último esbozo en un pozo.
Buscamos en sus cabellos.
Sólo podemos peinarlo.
Un mar salvado.
Un mar azul.
Con sol sin fuerza de alga.
El alga es el abismo coloro
que crepita en el iris del humano.
El mar de los veleros y las redes.
Acrisolado pero con hambre de peces.
Saciador de fósforo y espinas
le quedan algunas retinas por ser derramadas.
Un mar verde.
Un naufragio de luces
con gemidos de agitado matorral.
El pastizal de los veranos.
Con saltos de múltiples cristales
en señales de llamada.
Bello pero radiografiado en 3D.
El mar de los bostezos.
Menos rotundo y filtrado de tegumentos.
Un mar marrón.
Manchado de civilización.
El mar de las vejigas,
de los bronceados, de los exudados.
Sin capacidad para las metáforas.
Residual y en tímido final.
El final es terrestre.
Un mar gris.
Seco.
Sellado de pavimentos.
Rompiendo el ciclo menstrual de las nubes.
La libertad en aval por la supremacía.
Sin espacio.
Retraídos.
Comiéndonos los pies por las aceras.
Sin espacio por el silencio.
Sin espacio para el creativo.
Sin espacio de lo despacio.
Sin espacio en el espacio,
pero dejando espacio de m a u s o l e o.
Es un mar urgente,
de grises masas nebulosas
donde sus ventosas te escupen
o te aprietan
o te exfolian.
Resultado de la sobresaturación.
Demasiado soluto humano,
aumenta la sedimentación,
con riesgo de coagulación,
con riesgo de trombosis ciudadana.
El espacio se acaba:
el mar se pondrá de pie:
y las rodillas chocarán con las sienes
inmovilizadas en heces de cementos
y culebras de alquitrán.
Qué triste final.
Si por lo menos nuestros ojos lloraran
las resinas de un solemne árbol…
Si por lo menos,
al menos,
hubiéramos utilizado más esta palabra…
VESTIDO DE MANOS
Inquietos deditos son el mar.
Choques de yemas. Campanitas
de piel. Manotazos de sal.
Aplausos en las hojas y en las ramas
es el viento:
sus caricias de palma como táctiles ríos.
Una mano se abre por diamantes,
una mano se cierra apretando una naranja:
día y noche:
ciclo de puño y palma.
Los sonidos cambian de manos, y sus dedos
tocan timbales tímpanos.
Los pájaros son vientos de mano.
Los árboles dedos de cielo.
El cielo es un tejado dorsal lleno de brillantes uñas.
Las uñas son del universo.
El universo es una negra mano
con movimiento de bandera
que se dilata
y se dilata
buscando, en el hondón del infinito,
ninguna cosa.
La naturaleza
es una mano desnuda de agua.
El pueblo
una mano con guante de lana.
La ciudad un guante de látex:
Agua lana látex, 40º de piel, 40º de sangre,
SUDECK climático.
Una mano termina por los pies
y comienza por las manos;
se pliega
y se abre,
se desplaza por una oscilación de dedos:
así nuestro cuerpo:
su nombre amenaza cualquier mano:
hu! mano.
La niñez es un reflejo de una mano. La adolescencia
una mano esponjosa. La madurez es una mano.
La vejez una torpe mano. Y la muerte,
ya no coge las cosas.
El sexo es un abrazo de manos:
tu cuerpo es la extensión de mis manos
tus manos son la extensión de mi cuerpo.
El dolor es un puño apretado de yemas blancas.
El amor es un puño cerrado de yemas rojas.
El mundo es un vestido de manos.
Sujetar la memoria,
sujetar el paisaje,
fregar tus labios,
golpear corazones y romperse los nudillos,
reconocer el fuego
la quemadura en la piel,
ver la garra de los años.
Contarse los pasos de los dedos
y caerse
en una plaga de luxaciones.
Estrujar el espasmo de una lágrima.
Comerse un ramo de uñas agrias.
Ver la garra de los años.
Secar el cartílago de forma precisa,
oxidarlo
mientras se palpa la vida
entre callos y durezas.
Estar en la mano de Dios
sin poder contar sus dedos.
El mundo es un vestido de manos
con un cuerpo repleto de muñones.
ADELANTE.
La vida de los perros continúa.
Mañana seguirán pasando voces del pasado.
Las caras se lavan de memorias
y los recuerdos son la electricidad
y la luz
con la que supervivimos.
Es la hora del adiós.
Una nueva cara se evapora.
Siempre en un arco tensante,
con vibraciones en la memoria.
El tiempo pasa.
Es la historia en la historia.
Vivimos historias en paralelo.
Somos los humanos hechos de estampas y capas.
Deshojamos los ojos buscando el abrigo de unas alas.
Pero son de verdad?
Son plumas en las que navegamos
pero no queremos mancharnos
ni naufragar.
Nos mantenemos de la savia
que segrega las sonrisas,
las palabras,
los apoyos;
y con entrañas nos intentamos lavar los llantos.
Pero es realidad?
Vivimos de ficciones
y nos alimentamos de verdades pasajeras.
Es lo que somos y lo que hay.
Todos en batallas de todos
todos en batallas de nadie.
Sigamos sigamos.
Como un acordeón que se pliega y se abre.
Hola presente. Adiós recuerdo.
Es el aleteo de un pájaro herido.
Morir despierto. Morir iracundo.
Y pasan los años…
y seguimos oyendo el vacío de los pasos,
y fotografiando nostalgias…
…y pensando en saltar mapas y deseos.
Es la vida de los encuentros.
Es la vida de la amistad:
Una sucesión de abrazos de barro.
ODA DE AUSENCIA
A JOSÉ MARÍA ROZADILLA
Nariz en dieta y espada.
Labios revestidos en labios.
Labio amenazante, labio exponencial.
Umbral mágico de tu rostro.
Tus ojos eran de la noche,
secreta zambra en tu mirada.
Mirada de subgraves.
Mirada envejecida por cien soles
de secano.
De boca invertida,
escupías hacia dentro las tinieblas
del humano.
Amigo suspiro.
Amigo hermano.
Bañamos juntos la pupila.
Palpamos juntos la pulpa del tiempo.
Abrimos juntos la boca del ruiseñor mundo.
Y juntos,
en sosegada afonía de muerto,
fatigamos el horizonte.
Horizonte quebrado.
Horizonte sin aliento.
Amigo lejano.
Ay alejado alejado.
Bocas sonoras! Tintineles del recuerdo!
Tiremos un lazo y atemos
los sueños febriles de cangrejos años.
Amigo sueño.
Cayó un dolmen en mis ciénagas nocturnas.
Silueta pavimentada.
Amigo recuerdo.
Partí la voz de la boca.
Partí el hueso del músculo,
el hueso del calcio.
Alma de mi alma.
Partí las alas de lo huido.
Complací al abismo del recuerdo.
Partí empujado, como la tierra,
por la raíz del destino;
y era yo de blanda tierra.
Partí,
querido compañero
partido.
Espero en otros años
en donde la carne es un etéreo,
andar como antaño.
Al mismo paso.
Cuando reíamos en campanadas
y el mundo nos llamaba:
«Venid! Venid!
Que quiero comeros,
morder vuestro hígado
y de hilos los sesos»
Amigo de acidez en la memoria.
Amigo eterno.
Amigo lejano.
Ay alejado alejado.
SIN TIMBRES
Vamos a pensarnos padre.
Vamos a reírnos de los ojos que todo lo quieren reunir.
Has visto el almendro?
Mira su pueblo de corolas.
Allí está mi nervio primero.
Hemos llorado:
no debemos.
Las nubes nos hacen sombra
y el aire muerde nuestras mañanas.
No estés triste padre.
Yo te miro en el brote que reverdece que nos rememora.
A veces salgo y te llamo. Sales de las raí_
ces donde siempre me enredo. Paseamos hasta
que somos sólo palabras y nuestros corazo_
nes, bañan las peñas, riegan la huerta, y la amargura,
según crecemos, se va escurriendo de nuestras len_
guas. Entonces te miro y veo a ese padre tan va_
lioso, y me pregunto de dónde vienes lleno de
brillos de laguna, lleno de años que ya cumplis_
te y que ahora llegan, quebrando amaneceres co_
mo escarchas, clavando tus espinas de miel; y esta_
llas en azúcar y nos haces ver una rosa
dos veces rosa y ríes como dos planetas fro_
tándose y lloras cientos de olores y suspiras
como el viento entre una grieta, y allí estoy yo:
asqueado de carnes, de llaves, de coches
de ciudades,
queriendo alcanzar la yerba
que tú multiplicas,
intentando ser inoloro, incoloro, invisible,
indetodo,
para no partir el tallo de tu brisa por el campo,
para poder seguir tus pasos de ropa vieja.
No estés triste padre.
No rompas esa sonrisa en agujas.
No te embarres de queratina,
que el dolor ha cambiado su billete.
La presencia de nuestra ausencia no dolerá.
Deja que los cuchillos reboten
que cambie el sonido:
abre una ventana en el sur
y cierra la del norte,
o como tú quieras,
tienes veinte articulaciones en el cráneo
y eres triste de médula como una red a la deriva
(como diría Neruda).
Llora tus soledades en las mías, padre.
Suda entero como el rocío.
No hagas fragoso lo permeable.
Ha llegado la hora de penetrar nuestro cuerpo de roca,
de almacenar con tósigo nuestra ira de colmena,
de visitarnos en la distancia
donde las horas no dictan
ni separan a un hijo de un padre,
donde las palabras no rebotan
ni hay paredes que raspen
ni puertas que podamos cerrar.
EN TU MEMORIA
Yo sé cuándo me buscas,
siempre en este mismo recuerdo,
detener la retina
sostener el momento:
la retina,
el momento.
Yo sé que en ese instante nos encontramos.
…………………………………………….
Tus ojos
me despegaban del paisaje,
yo hacía la muerta en la muerta mar,
te dije,—mírame—con alma de colegiala,
y tú lo hacías con ojos intactos.
Mi cuerpo cargado de salitre
y rendido por los años,
entregó un último suspiro de gaviota;
pues escapaban golondrinas de mi cuerpo
y con entusiasmo de pichón y su alimento,
le dije a mi nieto,
que me viera
en el muerto mar hacer el muerto.
………………………………………………
Yo sé cuándo me buscas,
siempre en este mismo silencio,
detener la mirada
retener el recuerdo:
la mirada,
el recuerdo.
Yo sé que en ese instante nos encontramos.
Tú vienes rompiendo montes con los años.
Yo vengo de tu memoria
y escribo hacia tu memoria,
cuando buscas en las cortinas mojadas del viento,
cuando buscas el mar
que nos enjuagó la cara,
cuando buscas mi voz de temblor de acantilado,
cuando buscas el reloj de mis pasos
en la orilla,
cuando buscas en los puntos suspensivos…
de tu memoria.
No te preocupes.
Mazarrón siempre estará lleno
de rumores marinos para recordarnos.
Pero si tus ojos se destilan de mi imagen,
no escribas una elegía,
no hagas una garantía de mi ausencia,
búscame en el silencio,
me verás como siempre:
en el muerto mar
haciendo el muerto.
EL LUNES TARDE
Rumor de cuevas
es esta inercia
que me persigue y persigo
rodando como una bola
de la pared al pasillo;
las piernas flacas
los brazos finos,
la mesa de muleta
y el quieto ojo que me observa
y que observo
como un glaciar dormido.
Cadencioso loco
sólo puedo acordarme
por qué no salgo
(pues ya he salido).
Toqué las teclas de tu boca,
el nacimiento de tu pelo
y respiré tu vital sonido;
y aunque no tengo
(no necesito)
ni tus sentires
ni mis pesares,
yo te imagino.
El viernes tarde,
perdida la abstinencia
enredada en tu melena
como una copa entre mis manos,
rompo la inercia del perseguidor
y el perseguido;
rompo el ciclo habitacional
de carnes muertas;
y escribo con células palpitantes,
sustituyendo las tintas
de las inercias y las entropías,
que derramo en el abismo de un folio
sin tus labios
y mis energías,
el lunes tarde.
A TI EN PLURAL
Quiero espantar los pájaros
de tu pelo nocturno,
después bajar las manos como dos avalanchas,
dos trampas, bajo tu cuello de valles calientes.
Quiero secar el acuífero de tu boca
y jugar con el pez rojo que nada en él.
Quiero este cielo, este cuerpo
de transparencias,
esta indecisión con las formas,
este hablar sin hablarte,
de prolongarme en tus venas calladas.
Quiero lamer todas tus ramas.
Quiero tus labios, su bosque de espumas.
Despeñarme en tus roquedos.
Acercarme a tu vientre y ver
su almacén de soles.
Dormir en los prados de tus senos, frondosos
como nubes de yerba.
Acariciar los manantiales de tus manos
y beber tus dedos
y caer con toda la gravedad de una piedra
en tus piernas de roble humedecido.
Quiero recoger hoja por hoja
todos tus movimientos,
como si desfilaras desnuda en otoño
y yo no te viera.
Quiero alzar las manos
y que me envuelvan tus estrellas,
quiero un otoño de estrellas
quiero llegar a tu cima
y dejar que las arrugas del viento
hagan temblar mi nombre.
Quiero alzar las manos
como el primer amanecer alzó los ojos,
quiero cerrar los ojos
cuando tú los cierres.
Hasta la última gota de sol
mis pasos y sus pies recorrerán
todas tus veredas;
porque tienes mucho silencio
que ofrecerme,
porque tengo el oído cansado,
porque las ciudades son ruidosas,
como las palabras, sierra mía,
como las palabras.
TORNILLO
Voy dibujando la rosca de un tornillo con cada gesto y el tornillo gira, y yo vivo en su hipnótico metal y como una tuerca me paseo por la rosca y el tornillo gira, y perdido en su cilindro a veces hay holguras de pared por donde visito lo que amo y el tornillo gira, y vuelvo enroscado, punzante en este sonido inacabado y el tornillo gira, y giro forzado entre paredes y giro loco y el tornillo gira, y me oprimo entre hélices con ojos nauseabundos y el tornillo gira y el tornillo avanza, y todo me sabe a caracoles, a ovillos enloquecidos como un Michael Jackson intratable y el tornillo gira, y entre esta revolución de alcoholes sin remedio, entre este apretarme y soltarme sin remedio, mientras el tornillo gira, me asusto de mi mismo: de ser yo mismo el destornillador.
RETAZOS DE ULTRAMAR
Sentado en un hilo
con los pies ahorcados
en la aguja de un precipicio,
planean mis ojos hacia el mar.
El mar lagrimea,
se rompe;
y sus brazos ondulados recuerdan
la visita de un cuerpo en gritos
al crecimiento sin perfilar.
Ahora el grito físico terminó.
Pero grita el alma.
Gritos de sal.
Como el bloque de hielo
en las manos de mis padres.
Antiguas lianas.
Antiguos labios donde crecieron cuchillos.
Miro esta lente acuática
y burbujean mis pensamientos.
Tiro las espadas y suelto los escudos.
Trabajo el instante,
la media luz, la hoguera,
el terciopelo oscuro en mi cabeza.
La cálida verdad respiro.
Sí, ocho años de respiro.
Te tengo a ti.
Boca de piano.
Ápice de mi bóveda.
Temprana piedra donde me siento
y juego a la soledad.
Pasajera de lunas silentes.
He elegido la lluvia de tu brisa
chocar con mi alma.
Alma llena de tráfico denso
denso arco iris de impurezas
que la rama espiritual sostiene
entre lágrimas y sequedad.
Tu brisa es clara.
Soy amante de caras despejadas.
Amante de ánimas desnudas.
Pero mi corazón,
tapizado por un blanco insípido,
telaraña muy fina,
atrapa cien momentos
en que veo a mi padre
con los labios muy quietos,
caminando con los ojos entornados,
defensivos, por los vientos vacíos
donde flotan alas de soledad.
Profesor del juego humano.
Profesor del humano mundo.
¿Y la lente del miedo?
(Espía del dolor; telescopio en el abismo).
¿Dónde estás, retina sentida?
¿Viendo a tu madre en la tierra encogida?
Como un billete de mil manos.
Acordeón de celulosa.
Agrietado muro de célebres frescos.
Manantial de mis raíces
que se turba y evapora.
Un escalofrío.
Un escalofrío sacude mis sienes.
Engendros suben por la boca
de amigos desiertos.
Con un torbellino de imágenes
imágenes en bofetadas.
Estampas que mueve el cangrejo.
¡Descansa tejido cardiaco!
Quieto,
tumbo el párpado y respiro océanos.
Quieto.
La piedra en la piedra.
Herido.
La llaga en la llaga.
Y el tiempo me abraza.
Y el mar aletea.
Y las gaviotas forman olas
suspendidas por alientos.
EL RITMO ATROZ
Sentado.
En esta mesa que me habla de soledad,
veo como todo vibra
y danza.
Danzan las gargantas como ríos astillados.
Vibran los hielos vencidos por el tiempo.
Percuten las palabras
que guarecen
que abrigan
los bajos de mi seco rincón.
Todos rompen los silencios.
Hablan.
Vibran sus cuerpos.
Quieren jugar con la salud de la luna.
Su otoño diario.
Yo la reto
y hablo de albas.
Sólo con mi compañero de graduación.
Ese compañero que gradúa el paisaje
y me hace sentir tus ojos sin traje.
Ahora ya, enferma la luna, todos se van.
Y yo lucho por enfermarme con ella.
Pero soy de salud fuerte
y soy girasol de noche.
Bebo despacio.
Solo.
Sintiendo que sin ti me odio eternamente.
Me odio por todos mis rincones.
Me odio por romper la rama nueva.
Me odio por ensuciar tus ojos hoy, compañera.
Si tú estuvieras
no me mirarían con cara de perro saciado.
Pago el último grado
y me voy
con sangre de ballena herida.
Estoy hablando con mis pasos.
Bajando hacia Cibeles.
Sintiendo que se me quiebra el alma de pensarme.
Mi sensibilidad fangosa
me hace no ser de barro duro
por donde puedan caminar tus pies tranquilos.
Me gustaría ser la mariposa
que roza en las mejillas
y pasa
y pasa
con un suspiro de tela.
Pero soy vuelo de murciélago
que no sabe cómo salir
de la onda de su temblor.
Estoy hablando con mis pasos.
Bajando hacia Cibeles.
Sintiendo cómo se enferma la luna…
Y cae.
SOLILOQUIO NOCTURNO
….separé el blanco de tu piel,
la ingravidez por la almohada
me recordó los ecos de tu nuca,
la columna endienta en mi mano.
Ahora sólo encuentro los ácaros de tu piel
huérfanos en el colchón.
Siento mi corazón bombear aire frío,
llenarme de infartos
con una soledad tan seca en la boca,
que cada gesto
me cuesta una vida nueva.
Como nueva me dejaste la habitación,
tan nueva,
que sólo veo penumbras y espaldas
y mi silencio mascando gatos.
Separé el blanco de tu piel
por el blanco de la sábana,
y me quedé triste y asustado
como una brújula en el infinito.
Ahora vivo
componiendo tu cuerpo
como un Mozart exhausto:
Esperandoe
el día que abra la puerta
(de mi nueva habitación)
y me agite el destino:
salga errático como un remo
y vuelva elástico de esperanza;
pues ese día,e
entraré con ojos ligeros,
y las fotografías,
se agitarán invisibles en las huellas del vacío
y en el blanco de la sábana…
Pero ahora yo no lo sé,
ni tu tampoco,
si todos estos versos
se quedarán convexos con la realidad
o se endurecerán sus sílabas en nuestros ojos;
porque nada ha ocurrido
porque todo ha sido un sueño
porque duermes conmigo
bueno,
tú duermes
yo te miro
con el pensamiento a mi lado
y los minutos tristes al otro,
intentando decidir…
si dormirme en la realidad
o despertar en el sueño.
DESIDIA AMARILLA
Ya noto cómo el reloj
ha redondeado tu cara;
da igual
si diseccionas tus durezas
o te embarras la voz,
si rompes el cronómetro de las estrías
o te recoges como un feto
para rodar en la memoria de los huesos
y sentir la ingravidez de los tejidos.
Da igual:
el peso de la esfera,
pesa;
las manecillas en la espalda,
amargan.
No sabemos si el olvido
aguardará en tus cabellos
o debajo de mi lengua.
Si el suicidio tropieza en los rostros
habremos cedido ante la vanidad del péndulo.
Es cierto
que seguimos ahuecando las manos
para pedirnos un poco más de nosotros.
Y nos damos.
Y pesan las manos
de ofrecernos.
Es cierto
que chirrían los ojos
cuando se encuentran
y crean
ciudades de luz
como un vaso girando al sol.
Sí,
somos puros como el frío en la frente,
pero no podemos seguir
el ritmo involuntario
de los pájaros.
Creer en el reposo del tiempo.
Creer en el deseo infinito.
Tú bien lo sabes;
cuando arrinconé tu corazón en el gesto
y se escondió
tu sonrisa
en media arruga
y brindaron
tus ojos
con el suelo.
Sí,
somos puros como el frío en la frente,
pero…
PRESTEZA ROJA
Vencidos por el tiempo,
jamás.
Hay melancolía en nuestros segundos.
Sí.
Ayer ensuciamos nuestros espejos
y los limpiamos con la misma suciedad,
y ahora esos segundos
me golpean como plomos
fanáticos de gravedad.
Esos segundos que inventaron horas
ahora caen
como el látigo marino en mi conciencia.
Yo no me adapto a las horas.
Desconfío de su generosidad.
Yo me expongo demasiado a las horas.
No, miento.
Las horas se exponen demasiado a mí.
Entran en mí como una confusión de ramas.
(Siempre hay sarmientos inesperados.)
Yo hago leña de las horas.
Me revelo de su estado
de ejecutivo amamantado.
Lo intento, pero caigo…
Soy inesperado
porque tengo demasiados cronómetros.
Oscilo entre bradicardias y taquicardias.
Vivo entre escaleras.
No queriendo llanuras rutinarias,
ni mecedoras melodiosas
ni ciclos cerrados
ni tantas olas
ni tanta piedra impreguntable
ni tantas cordilleras como heridas sin significado.
Sería bonito estar cansado.
Ser borrado.
Caer en nuestros daños
y no recuperarme.
Acostumbrarme a caer.
No salir para no tener que entrar.
Pero la belleza se refleja en mis nervios…
Digamos
que me rodeo en estos versos,
por la incapacidad de aceptar
que mi sensibilidad
no tiene orillas
ni precipicios,
llega rotunda y extensiva,
creativa en saltos,
en suspendidos humos excitados
y pezuñas topetadas.
Digamos
que mi pestilencia
se debe a la sobredosis del tiempo;
que me hace valorar mis arrugas
como si las excavara yo mismo,
que me hace arañar las emociones hasta lo ridículo
y predecir,
ese jifero que profetiza en la frente,
ese ritmo de migrañas:
estampidas de mi existencia.
Sí.
Llevo una jaula para retener tus inercias
y copies las mías:
“Venga Irene,
salta hacia mis ojos.
Tiembla barroca ante la trompeta
que sobresalta en la nostalgia.
Sea tu vida una acrobacia.
Una discusión de pétalos caídos
como aspersores impúdicos.
Camina interrumpida en los aromas,
desinfla el tomillo en tus manos.
Aquí estoy yo,
y quiero que me dividas en ti.”
No es manipulación,
es que mi corazón
es un salto de flores;
y las flores
conducen al tallo
y el tallo
conduce a las espinas.
¿Y por qué espulgar las espinas,
si yo no quiero ser lento
porque tú no quieres ser rápida?
¿Acaso, aunque yo te ame
como una colección de estímulos,
aunque tú me entregues todas las culturas en tus labios,
somos obvios en la unidad?
Alguien es obvio en la unidad?
Dime,
alguien?
Entonces ven,
atravesemos el tiempo
con un juego de látigos si hace falta.
Ven,
con recogedores en las lágrimas.
Ven,
ya hemos pasado muchos sabores,
duros, secos, agrios, acabados.
Ven a esta última cornisa,
la que yo quiero coronar,
donde yo quiero morir ausente del frío artificial;
túmbate,
hagamos el amor como extintos animales.
Ven,
quememos nuestros sueños con presteza roja y asesina.
Aquí estoy yo,
y tú,
cegados que no envejecidos.
Aquí está mi lápida,
mi sello,
mi destino.
Si tú quieres… tu lápida
tu sello
tu destino.
Aquí tú y yo,
puros de dudas,
puros de consecuencias,
inmortales apagados.
ENTRE GAVIOTAS…
despreocupadas por soñar.
Entre un sol
arriesgado como la resina.
Entre un cielo sin terigios,
perdido en sí mismo.
Entre sonidos informales
desatendidos entre ellos,
rápidos, prudentes,
algunos insistentes como cuevas profundas.
Entre llamadas de insectos
vertiginosos en el silencio.
Entre los años desiguales de matorral y piedra,
desnudo como un amanecer,
acumulando años por segundo,
retraigo una colección
de gritos:
Grito sin vocal para aquel niño atragantado en ajos y despertares violentos.
Grito en apnea para aquel adolescente que vio toser los ojos de su madre.
Grito cóncavo de sombrilla para aquel nuevo adulto que se alejó de sus amigos empujando paredes.
Grito de punto y aparte:
Grito suelto de bisagra por herir tu gran herida.
Grito por el grito que atravesó tu cara: como una gran red metálica.
Grito en golpetazo por mis gritos de perlas desprendidas.
Grito en inmersión, de sombra, de alcantarilla, cuando el silencio se despide por nosotros.
Grito largo y simple como una espinilla si me cierras tu cuerpo como un sol anochecido.
Grito hacia ninguna parte para oírme en todas partes.
Grito que remuerde la carne, me convierte en cadáver, en un extraño ácido supurativo.
Grito de tambor marino, de campana rodando, grito con todas las cuerdas de un arpa, hasta que la distancia deshaga mi voz, para entonces finalizarte
con un gran beso
y ser enormes,
y tú feliz.
……….rueda el silencio………..
….los dientes del reloj………….
…………muerden la noche…….
